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Sí, cornudo y a mucha honra


Todo comenzó cuando llegué a casa y te pille follando con un chico muy joven. En el sofá. Nada más entrar. Recuerdo que te pusiste de rodillas delante de mi y me pediste perdón. Yo no supe qué hacer ni decir. Estaba muy dolido, pero también extrañado por aquella situación. Muy extrañado. Tan extrañado que tú debiste notarlo y me cogiste de la entrepierna porque habías notado mi extrañeza. Estaba duro. Mi pene que hasta ese momento se ponía durito, estaba muy duro. No hubo nada más que hablar. Te perdoné.

Al día siguiente regresé a casa y te volví a encontrar follando en el sofá con tu amigo, pero esta vez no te arrodillaste. Ni tan siquiera me hiciste caso. Me miraste, sonreíste y seguiste follando con él. Incluso me dijiste que te trajera una copa, por favor. Y os la llevé.

 Al día siguiente regresé a casa y volví a pillarte follando con ese chico, pero en esta ocasión me miraste mal, muy seria, te levantaste, me dijiste que me pusiera de rodillas y comenzaste a darme de hostias, mientras me acariciabas con el pie desnudo mi pene duro.
 - No vuelvas a molestarme cuando te pongo los cuernos. La próxima vez llama antes de venir.
- Lo siento. Perdóname –te supliqué mientras me dabas de hostias y me corría entre gemidos y suspiros.

No hubo necesidad de que habláramos más de todo ello. De eso hace ya algunos meses. Ahora me has dicho: “Coge la cámara y ven”. Y te he seguido a la habitación donde te has echado en la cama con las piernas abiertas.
 - Graba, cornudo  –me has ordenado.


Y he comenzado a grabarte. Sé lo que tengo que hacer. Sobre todo grabar tus gestos de placer, tus gemidos y los comentarios que haces para demostrar que gozas, que lo deseas, que estas loca porque él te llame y te folle. Porque el vídeo es para él, para  tú amante; para ese chico que te tiene loca, te ha vuelto una ninfómana salida y una mujer apasionada que está todo el día con el coño mojado.
- Sólo pienso en él y me mojo –me habías dicho esta mañana cuando me propinabas los correspondientes azotes en el culo para dejarme claro, sin dudas, que soy cornudo, tu marido cornudo y además apaleado porque tú crees que no puede ir una cosa sin la otra.
 - Lo sé, amor mío –te he contestado entre cada azote.
- Esta tarde, cornudo, me vas a grabar y vas a ver lo que es desear a un macho.
- Lo sé, mi vida. Te quiero. Te amo.
- Y cuanto más cornudo te hago y más te humillo, más me amas. Lo supe desde el primer día que te conocí.
- Yo también lo supuse al verte. Me quedé helado.
 - Lo vi. Y por eso te elegí entre todos los demás, porque tú no eres macho, sólo una putita sumisa con un pito ridículo incapaz de satisfacer a una hembra como yo. Yo necesito machos, no putas sumisas. Por eso te elegí, porque sabía que contigo iba a poder follar todo lo que quisiera y con quien quisiera. Y que encima me ayudarías a ello.
 - Lo sé, amor mío.
- Deseché, incluso, a un pretendiente millonario y guapísimo y me quedé contigo.
- Lo sé, mi vida.
- ¿Lo comprendes ahora, cornudo?
- Si amor mio.
- ¿Comprendes que una mujer como yo necesite machos de verdad?
- Si, mi amor
- ¿Vas a ser cada día más cornudo sumiso?
 - Sí, mi vida
- ¿Me lo prometes?
- Te lo juro
- Entonces te daré 50 azotes. Te doy 20 más como premio por haber sido buen cornudo. Pero no te corras.

 Lo de “no te corras” lo dices adrede porque me conoces y como estoy con el cinturón de castidad, cuando me humillas y me azotas el culo, suelo correrme. Poco, pero me corro con un placer muy especial. Flojito y con poco esperma.
 - Tienes orgasmos femeninos me dijiste cuanto te lo comenté.

Pero ahora te he grabado, ya digo, y he visto como gozabas pensando en él, como te corrías y corres pensando en su polla, en sus músculos apretando tu cuerpo, en tu coño taladrado por su polla de macho.

Te has corrido delante de la cámara en menos de un minuto. Más pronto que nunca lo que evidencia que estás loca por follártelo.
 - Envíaselo por email. Rápido, cornudo, que quiero que vea como me tiene de salida y como lo deseo.

Y eso he hecho. Él ha contestado rápido y te ha dicho que en media hora estaba en casa, por lo que me has cogido de la mano, me has llevado al cuarto de baño, me has maquillado, me has colado la peluca, me has vestido de chica y has notado que tengo la polla dura, muy dura.
- No te excites todavía, cornudo, que la noche es larga -me has advertido.


 Y cuando me has visto a tu gusto, puta y femenina, me has recordado cuál es mi tarea, aunque no hace falta porque me la sé de memoria. Tengo que abrirle la puerta, llevarlo a tu cuarto, desnudarte para él, ofrecerle tu coño, suplicarle que te folle y me haga cornudo, llevaros las bebidas, chuparte el coño para excitarte y que él te folle mejor.

Y si te apetece y me obligas, he de  chuparle la polla a él para darle las gracias por hacerme cornudo, reconocerlo como macho dominante y que  que se excite al ver que él es el único macho que hay en la casa porque yo sólo soy tu puta sumisa. Una puta sumisa a la que llamas Mónica. Y eso he hecho. Eso hemos hecho.Eso hacemos siempre que quieres. Gracias a Dios.
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